Puede parecer que hablar de 2033 es ciencia ficción, al uso de lo que hacía Kubrick al filmar su Odisea 2001 en plenos años 80. Pero como ocurrió con detalles de la mítica película, hablar del futuro significa, a menudo, hablar del presente. Esto es lo que ocurre con Clientes@2.033, un estudio realizado en el marco del proyecto España 2033 por Pricewaterhousecoopers, del que ya hemos hablado en este blog y que, aunque pone la mirada en esa fecha, retrata cuestiones muy actuales.
Este futuro presente se hace especialmente palpable en áreas como las de las nuevas tecnologías y sus aplicaciones. El citado estudio apunta a 7 tecnologías, la mayoría interrelacionadas, que marcarán nuestra vida en los próximos 20 años: los sensores, los wearables, el Big Data, el cloud computing, la impresión 3D, la realidad aumentada y la robótica. En ese sentido, prevé un avance considerable de los dispositivos sensibles, o sensores, que serán claves para el desarrollo de aplicaciones como los wearables, el internet de las cosas o las smart cities, por no hablar de la realidad aumentada, con la que hará una combinación simbiótica.
A su vez, los wearables responderán a la creciente tendencia a la personalización, crucial en sectores como el retail. Para ello será necesario recurrir al Big Data, que crecerá, igual que aumentará la velocidad a la que se comparten datos, por lo que se hace imprescindible contar con herramientas que recojan y ayuden a analizar e interpretar de forma inteligente toda esa masa de información para ponerla al servicio de la innovación y la producción. Al mismo tiempo, la necesidad de acceder en todo momento y lugar a la información obligará a mejorar las infraestructuras y tecnologías que hacen posible la nube, el cloud computing.
En otro orden de cosas, aunque en la línea de la personalización, se aventura un futuro exitoso para la impresión y fabricación 3D, que abaratará costes y hará posible el lanzamiento de pequeñas producciones. El 3D en combinación con la robótica, añade nuevas posibilidades a la forma en que nos relacionamos con las cosas, y el modo en el que se fabrican. Finalmente, de nuevo, la realidad aumentada puede jugar un papel importante a la hora de concebir nuevos productos o servicios, al permitir nuevos escenarios de prueba, pero también de consumo, añadiendo un nuevo significado al concepto de experiencia de compra y de uso.
Apps y pautas de consumo
El avance de estas tecnología se traducirá en múltiples aplicaciones y nuevos escenarios como las smart cities, modelos urbanos que conectarán por red a organizaciones, personas y objetos o servicios, los llamados smart things, completando la idea de Internet de las cosas, un mundo en el que todo estará conectado y será susceptible de transmitir o recibir información y actuar en consecuencia. Aunque esta visión produzca vértigo, en la práctica el internet de las cosas puede simplificar la vida, al automatizar multitud de tareas, tanto en lo personal como en lo profesional.
Por ejemplo, permitirá analizar cantidades ingentes de información y tomar decisiones rápidas y adecuadas a través de su interpretación. A nivel industrial y en combinación con la robótica, otra tendencia en alza, significará una revolución en los procesos de fabricación y de producción.
En el ámbito comercial, se iniciarán nuevas vías como el re-marketing, pensado para quienes no finalizan los procesos de compra online; el pretail, en el que se da participación al consumidor final en las fases iniciales de creación y fabricación de un producto; o la compra asistida “in situ” y “just in time” a través de aplicaciones que guíen al comprador en los puntos de venta.
Finalmente, la tecnología, pese a su aparente frialdad, nos abrirá a la era de las emociones, ya que ayudará a detectarlas, analizarlas y canalizarlas con fines comerciales o de otro tipo; recordemos que la tecnología tiene y ha tenido siempre un ámbito de aplicación muy amplio y es útil también en áreas muy dispares, desde la medicina, las relaciones sociales, la administración o la gestión de lo público, por ejemplo.
Volviendo sobre nuestra afirmación inicial, 2033 será con toda probabilidad diferente a lo que preveíamos, como ocurrió con 2001. Pero lo cierto es que se cumplirá algo de lo que ya soñamos y mientras llegamos, surgirán aún innovaciones que ni imaginamos. ¿No es apasionante?