Vivimos en una sociedad donde estamos conectados prácticamente la mayor parte del tiempo, gracias entre otras cosas, a los dispositivos móviles como smartphones o tablets que nos permiten consultar las últimas noticias pero también chequear el mail o poder mantener una reunión online desde cualquier momento y lugar.
En España es una realidad la afirmación de que somos uno de los países con mayor penetración de estos teléfonos móviles y así estos están presentes en el 53,7% de la población española a partir de 15 años. Pero las tablets también tiene su popularidad entre los españoles y están en el 28,5% de los hogares españoles (Estudio Sociedad en Red de ONTSI).
Hablar de dispositivos móviles es hablar de personas conectadas, concepto que también podemos relacionar con el Internet de las Cosas. ¿Por qué? Porque el Internet de las Cosas hace referencia a dispositivos que están conectados a Internet y es el usuario quien hace uso de estas dispositivos, aumentando más aún su nivel de conexión. Para Gartner, en 2015 habrá 4.900 millones de cosas conectadas que significará un aumento del 30% con respecto a 2014. Además esta cifra aumentará hasta los 25.000 en 2015. Es más, el Internet de las Cosas fue uno de los protagonistas indiscutibles de la última feria de electrónica de consumo CES, celebrada en Las Vegas, donde se habló de lavadoras y bombillas controladas por Internet o termómetros inteligentes que muestran la fiebre a través del móvil.
La llegada de la tecnología ha traído consigo la construcción de una mayor infraestructura y redes con el objetivo de aumentar la conectividad. Ello está impactado en las personas tanto a un nivel más personal -como puede ser la posibilidad de conectarse con otras personas a través de las redes sociales-, como a nivel empresarial, mejorando la productividad gracias a soluciones como Lync o Yammer que permite estar conectado a lo que pasa en la compañía en cualquier momento.
Pero esto solo son los primeros pasos de lo que se espera que lleguen en un futuro a corto plazo, con conceptos como Smart cities, Smart cars o wearables. Incluso ya hablamos del concepto smart things que no es más que conectar por red organizaciones, personas, objetos o servicios, por lo que todo tendrá la capacidad de transmitir o recibir información.
No hay duda que la incorporación de esta tecnología tendrá un impacto en el día a día de las personas. Para 2015 se espera que entre el 80% y el 100% de industria use este tipo de aplicaciones. Ejemplos como su aplicación en la industria manufacturing, donde podría optimizar muchos procesos de trabajo y que ello influya directamente en la productividad, eficiencia y reducción de costes. Si pensamos en las ciudades, su aplicación favorecería la eficiencia de las ciudades y por ejemplo una persona podría adaptar su tarifa eléctrica de acuerdo a sus necesidades.
Incluir estos sensores tendrá, según McKinsey Global Institute, un impacto en la economía global de 5,17 billones de euros en 2015. Más que nunca podemos decir que la “persona conectada” está relacionada, va de la mano con el concepto Internet de las Cosas. Queda esperar a ver cómo evolucionará la aplicación de esta tecnología en el día a día de personas y empresas.